La multitud se mueve, cambia,
muta y yo... yo estoy aquí, como siempre. Esperando, resistiendo, aguantando.
Somos tan diferentes, pienso al compás de las olas, y a la vez tan iguales. Yo
ya no lloro, las lágrimas se me agotaron hace poco y como la pérdida es
reciente todavía no las extraño. Pero sí me pregunto, si hay algo que haya
podido cambiar mi rumbo y al final se detuvo, vaciló y retrocedió; y por eso
ahora estoy acá, sin lágrimas y sin voz. No hay nada que cambiar, nada por
modificar, porque finalmente comprendí que la mente dañada era la mía. Pero mi
espíritu... si algo tenía eran fuerzas. Entonces ahora me hice amiga con él,
unimos fuerzas y estoy mucho mejor, más positiva. Cuando un espíritu se siente
inquebrantable es cuando tiene al poder suficiente de luchar por el mundo, de
cambiarlo, no sólo de creer en él. Ahora entiendo que mi amor es por lo libre,
es por lo puro y lo alegre, por el agua y el sol, por las estrellas.
22/05/2014
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