domingo, 23 de agosto de 2015

Recuerdos del valle de la luz




Mil almas eternas se encontraban en un valle de luz. Hacía tiempo se estaban buscando, sin saberlo. Ninguna se percató de las otras, pero se estaban rozando. Todas tenían frío, todas se sentían perdidas. Fueron infinitas durante el momento del jolgorio inolvidable, casi invisible y sin movimiento. Sintieron felicidad en su forma más pura mientras vacilaban en la decisión sobre el siguiente paso a seguir. Ninguna habló. Reinó el silencio y se podía percibir el miedo al fracaso y el desconcierto. Nadie pidió permiso. Se fueron retirando. Primero uno, luego otra y otra y así sucesivamente. Lo que sucedió en ese valle quedó allí y en las memorias de esas almas, solo contempladas por la luz de lo imposible, de lo hermoso, lo inalcanzable, lo utópico. Se pensó en los sueños, en las metas, en los desafíos internos y en cómo nos veríamos de acá en treinta años. Nadie notó que cada uno tenía un alma de las mágicas del festín en la palma de su mano, apoyándose sobre el lado izquierdo del pecho, henchido de dolor e impaciencia. 

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