lunes, 14 de marzo de 2016

VISTAS

Sobre nuestras cabezas, el inmenso cielo despejado. Había estado lloviendo toda la estirada y pegajosa semana, y sin embargo para nuestro encuentro escampó y ahora el cielo era celeste otra vez. Un halo te encendía el rostro y yo estaba estupidizada con vos. Yo sólo tenía ojos para tus labios, los observaba porque no quería perderme el más mínimo movimiento de estos. Tenía miedo de distraerme con lo que fuera, el cielo, un pájaro o incluso tus manos que tanto me gustaban. Porque la situación no era que fijara mi vista en tu boca por simple deseo de esperar para besarla, lo que yo tenía miedo de perderme era otra cosa. Estaba paralizada con la idea de la posibilidad de no poder ver tu risa, porque ya no tenía ningún recuerdo de ella y me obsesionaba el hecho de que estuvieras deprimido, distanciado o enojado. En especial conmigo, porque yo estaba tan loca por vos y en cambio vos sólo estabas loco.

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