Algún momento pacífico habremos de tener, de disfrutar. Porque todo eso es como la vida misma, como el dolor alojado en el pecho que proviene de la mente, y como la paz promulgada por muchos pero encontrada en pocos.
Hoy no tengo miedo, tengo esperanza, que todo lo bueno que se nos va a lo largo de la vida tarde o temprano vuelve. Y todo llega, lejos o cerca, todo llega, aunque no sepamos cómo ni cuándo. Las diferencias pueden convivir, así como conviven las injusticias y los reprimidos. La vida compuesta de opuestos, la vida en constante cambio. La vida de la que me enamoro a pesar de las decepciones. Hoy tengo esperanza. Y aunque sé que debería convivir con ella, como conviven el amor y el odio, no siempre la encuentro o siento cerca de mí. Pero hoy sí, y voy a seguir luchando para que este mundo nunca deje de latir.
lunes, 23 de noviembre de 2015
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